Esta vez el paseo ha tocado por la Senda Bonita. Como todos los sábados y domingos he ido al monte a dar una vuelta. Esta vez mi acompañante ha sido Pepe Vera que, además de ser mi maestro fotógrafo, también conoce sendas y caminos en el monte que son desconocidos para mi
La Senda Bonita, la cogemos a mitad del Camino de los Puros, el cual se encuentra a mitad de subida del Puerto del Garruchal en su margen derecha. A mitad de los Puros nos encontramos con el camino cerrado por una verja, y es pocos metros más adelante cuando comienza nuestro itinerario, señalizado, a mano izquierda.
Empezamos en la cara norte de la sierra, mirando a la Cresta del Gallo y el «paisaje lunar», el itinerario nos va a conducir a la cara sur, prácticamente, hasta la Venta de El Garruchal. Teniendo unas impresionantes vistas del Mar Menor.
La senda es bastante frecuentada por ciclistas que aprovechan sus continuas subidas y bajadas, ya que se trata de una zona de monte bajo bastante sinuosa. Para mi que en un principio esta ruta tuvo que ser usada por contrabandistas y estraperlistas que intentaban evitar las aduanas que siempre existían en los pasos montañosos, como la que hay en el Puerto de la Cadena, conjeturas mías, claro.
Es un itinerario que a buen paso nos ocupará cerca de hora y media entre ida y vuelta. Y que podemos combinar con otros más largos, bien a pié bien en bicicleta.
Vamos a perder esta parte de nuestro monte por las plagas. Y, en concreto, me refiero a la procesionaria. En la vertiente sur de la senda la mayoría de los pinos están infectados de PROCESIONARIA, da pena pasear y ver como se extiende entre los árboles, jóvenes y viejos.
Para combatir y controlar la plaga de procesionaria existen distintas formas, lo más recomendado es que conozcamos las fases o ciclos larvarios. Un modo de control es mediante tratamientos químicos como el cipermetrin o triclofor, su forma de utilización es la pulverización directa sobre los bolsones o nidos a lo largo del invierno, hay que resaltar que la utilización de estos productos ha de realizarse por parte de personal cualificado, al ser unos productos tóxicos y nocivos.
Una forma natural de eliminación es cortar, recoger y quemar los nidos en invierno o abatir con escopeta los bolsones, preferentemente por la tarde, así el frío de la noche entra en ellos y hace morir a las orugas. Se debe tener extremado cuidado con la manipulación de los bolsones por los efectos de urticaria que producen. Se puede realizar unas trampas, pegando alrededor del pino plásticos en forma de bolsas, donde las orugas de la procesionaria quedara atrapada, para luego eliminarla.
Aún estamos a tiempo.Como dato curioso, ¿sabéis por qué se le llama procesionaria?
Ahí las tenéis, pasando de un pino a otro por enmedio de la senda, «en procesión».