Paseando de camino al Pilar, en pleno centro de Zaragoza, nos encontramos este entrañable establecimiento.
El exterior me cautivó. Me recordaba a esas antiguas estaciones de tren, con su reloj, su marquesina.
Y aquí Ester en el interior, decorado con grandes espejos y madera. Aunque a mi lo que me llamaba la atención era ella.